Resucitar es cortar lazos con promesas, votos o juramentos de ésta u otras vidas que tuvieron su motivo pero que ya no corresponden en este momento y no hacen sino lastrar mi camino.
Resucitar es desplegar las alas, dejar ir todo lo oscuro que pesa en mi vida, no esconderme más en mis miedos, no seguir huyendo de mí mismo para llegar a abrazar e integrar todos los aprendizajes de lo vivido.
Resucitar es perdonarme a mí mismo por aquello en lo que causé dolor y perdonar a todas las personas que me lo causaron a mí.
Resucitar es transformarse desde el Amor, elevar el alma y comprender que cada uno transita con sus heridas y bagajes personales y hace lo que puede.
Resucitar es entender que la Cruz no es el pecado, la culpa o el castigo… es una representación del Amor con los brazos abiertos, el amor es capaz de absorberlo todo, transformarlo todo, transmutarlo todo.
Resucitar es salir al campo después de la lluvia y llenar los pulmones de aire fresco, tumbarte en la hierba mojada y dejar que tu cuerpo se empape de tierra, de agua, de luz y de Vida.
Resucitar es reír a carcajada limpia, soltando la rigidez del cuerpo y del corazón.
Resucitar es saberme Amad@ de nuevo, siempre Amad@, sin condiciones ni recompensas. Y en ese amor hacia mí mismo, sentirme libre en la Divinidad que me habita y me permite ser hombre y seguir mi camino.