La ira es una emoción intensa que puede surgir cuando una persona interpreta que está en peligro o siendo atacada, o bien vive una situación de frustración al ver que no se cumplen las expectativas u objetivos que tenía puestos en algo o alguien.
Ahora tomemos esta emoción y asociémosla al recorrido que comenzamos a hacer desde que soy madre por vez primera. Son muchas las mujeres que se preguntan por qué se desata la ira especialmente en la maternidad. Partimos de esta base: cuando doy a luz y comienzo a ser madre, se abre un camino con tanta luz como sombra. ¿La maternidad puede ser maravillosa? Sí. ¿Puede sacar lo mejor de mí? Sí. ¿Me puede brindar verdaderos momentos de amor, asombro y felicidad? También.
Pero en este artículo voy a reflexionar sobre una parte de la sombra que emerge también en esta andadura, de la cual ya esbocé apuntes en los artículos dedicados al puerperio.
Antes de ser madres, teníamos un mundo más o menos estructurado, con unas seguridades y unas rutinas. Cuando el bebé pasa a formar parte real de nuestra vida, nos hace sentir que todo se ha revolucionado, parte de aquellas seguridades con las que contábamos anteriormente desaparecen, nos sentimos vulnerables y nuestra vida comienza a navegar en la inestabilidad. Se activa una alerta, de fondo planea una sensación de peligro.